NUESTROS REPRESENTANTES

Breve reflexión acerca de nuestra clase política.

*Guillermo Vergara

Los argentinos vivimos paradojas, en general transitamos realidades no deseadas, una suerte de laberintos donde las circunstancias nos trasladan a mundos, que de tan irreales, los deseamos virtuales.
Mi madre intentaba explicar estos fenómenos con el contradictorio “a los argentinos les falta sufrimiento, para adquirir compromisos”. Ella soportó la primera gran guerra. Obvio, le dejó traumas indelebles, entre ellos que jamás se quejó si debía trabajar 16 horas diarias para tener un plato de comida.

Casi toda Europa sufrió ese síndrome, destruir, reconstruir, comenzar de nuevo. Los griegos vivieron quinientos años así, construían las más hermosas ciudadelas, emprendían guerras fraticidas, destruían todo en tres o cuatro años, lo que les costó décadas de esfuerzo.

Los dramas de los argentinos son diferentes. Grecia, territorio peñascoso, con muy restringidos suelos, tenía una economía ultra discreta. En su prestigioso dominio de la ciencia y la técnica, una virtud incomprensible: no tenían vocación acopiadora, no eran imperialistas. Tenían la habilidad militar de derrotar ejércitos hasta veinte veces superiores (tenían de hijos a los persas), pero no invadían una forma de vida, un contenido ético.

Nosotros disfrutamos un territorio con tan vasta riqueza, que la vida es dispendiosa. En realidad deberíamos tener el ingreso per cápita más notable del planeta: diversidad de suelos, clima, abundancia de hidrocarburos, serranías orladas con las más notables reservas metalíferas. Pero no nos interesa construir ó reconstruir nada, porque nada nos inquieta ni motiva. Dejamos que ínfimas minorías se hagan cargo de desarrollar nuestra cultura, ciencia y técnica, y cuando a unos pocos se los habilita, descollamos.

La Universidad de Buenos Aires hasta 1976, estuvo en el tercer lugar del planeta. Hoy no se comprende ni valora la excelencia; por el contrario, los exponentes de nuestra dirigencia política se ensañan en hacer todo mal; improvisadores que se creen originales, brutos con delirios de inteligentes, torpeza tras torpeza.
Un ejemplo típico de animalismo en los estilos de gobiernos fue Carlos Saúl Menem.

Un ilustre farmacéutico, amante de la geología, Don Abel Peyrano, descubrió Bajo de la Alumbrera y la donó al Gobierno de Catamarca y a la Universidad Nacional de Tucumán. Cuatro décadas de exploración, y más de 50 millones de dólares nos costó a todos los argentinos su desarrollo: un bellísimo prospecto de Tierras Raras y Oro. Era el momento justo de recoger la cosecha y explotarlo a través de la Nación.

A pesar de todas las sugerencias en ese sentido decidió “regalárselo” a los sajones por doce millones de dólares…en cuotas. Hace catorce años que esta mina da beneficios por U$S 30.000.000.000 anuales; hubiese sido el motor para el desarrollo nacional, refinerías de metales, elaboración de subproductos, en fin, un universo ilimitado, y, colmo de los colmos, evaden más del 90% de los tributos.

Condenamos a nuestros políticos por coimeros, cipayos, atorrantes y gamas de epítetos justificados y, claro, se enriquecen rifando nuestro patrimonio sin advertir que administrándolo serían los hombres y mujeres más afortunados del planeta. Y en realidad no los calificamos como se debiera: por sobre todo, nuestros dirigentes son una parva de tristes oligofrénicos.

 

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