EL ASCENSO DEL NACIONALISMO EUROPEO Y EL FRACASO DEL PROGRESISMO ARGENTINO

Las responsabilidades políticas. Reflexión

*Martín Cortina Escudero

Por primera vez el kirchnerismo fue derrotado en una elección por el poder ejecutivo. Se abre un nuevo escenario, por ende es necesaria una caracterización precisa del momento, del ánimo social y el reacomodo de la clase política.

Algunos despechados hablan de una “derechización del pueblo”, otros hacen hincapié en “el desgaste natural que sufre una fuerza política luego de doce años de gobierno”. La derrota electoral parece demostrar un hartazgo general hacia el FPV.

El ascenso del nacionalismo europeo y una izquierda moralista

“Atrás de cada fascismo hay una revolución que falló” decía Walter Benjamin. El filósofo esloveno, Slavoj Zizek, retoma esta cita a la hora de explicar el ascenso de las fuerzas nacionalistas en Europa (1). El nacionalismo europeo usualmente posee (siempre hay excepciones) un relato donde un “sujeto nativo” es amenazado por uno otro extranjero. La xenofobia se mezcla con el miedo al desequilibrio interno que puede llegar a causar el ingreso de nuevos sujetos a la comunidad. Pero Zizek no enfoca su crítica a la derecha en ascenso, y muchos menos al ciudadano europeo que los vota, sino que se dedica a desmantelar los tabúes que tiene la izquierda europea a la hora de tratar temas candentes como la crisis inmigratoria de los refugiados africanos y sirios o los conflictos culturales que existen entre una Europa laica y un creciente fundamentalismo islámico. El esloveno pone el dedo en la llaga diciendo algo que pocos quieren escuchar.

“Atrás de cada fascismo hay una revolución que falló” recuerda y condena a la izquierda por no persuadir al europeo medio. Básicamente centra sus críticas en las nociones esquemáticas que posee la izquierda a la hora de analizar la realidad y en consecuencia su pensamiento “políticamente correcto”. “Abordar las preocupaciones que la gente común tiene sobre las amenazas a su modo de vida también puede hacerse desde la izquierda” dice Zizek y continua: “¡Bernie Sanders es la prueba viviente de eso! La verdadera amenaza a nuestra forma de vida comunitaria no son los extranjeros sino la dinámica del capitalismo global”(2).

La posibilidad de un desarrollismo amarillo

El actual artículo no tiene la intención de entrar en el debate europeo sobre los refugiados sirios y el creciente ascenso del nacionalismo xenófobo. Más bien intenta rescatar esta visión que apunta a las fallas internas de la izquierda a la hora de explicar el ascenso de una derecha.

Volviendo a la situación argentina bajo esta perspectiva, se puede arriesgar que el PRO ascendió gracias a las fallas que tuvo el progresismo argentino. Hablar de derechas e izquierdas en Argentina puede ser referencial pero no exacto. Caracterizar al PRO como fuerza fascista es totalmente inadecuado y conceptualmente errado. Hablar de una “derecha” en abstracto es peligroso si supone una separación con el resto de la clase política. Referirse al PRO como una “derecha imperialista” para contrastarlo con un “kirchnerismo nacional y popular” significa desconocer o esconder los lazos entre esta última fracción de la clase política con grupos económicos trasnacionalizados, especialmente los ligados a las actividades extractivistas.

El PRO con Cambiemos deben ser caracterizados con cautela y deben ser analizados en su desarrollo. Por ahora se puede arriesgar que es una fuerza liberal con tintes socialdemócratas en lo político y desarrollista en lo económico. Un desarrollismo ligado a los capitales extractivistas. No es casual que el único ministro que mantendrá su posición será Lino Barañao, ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva. Por otro lado, esta fuerza política no muestra ninguna reticencia a la hora de llevar a cabo un ajuste ortodoxo (devaluación con su consecuente recesión, ajuste del gasto público, etc) para darle continuidad al capitalismo argentino con sus ciclos económicos bajo la lógica “Stop and Go”.

Este ajuste no sería muy distinto al que hizo el Partido Justicialista a principios del milenio. Primero con Duhalde devaluando la moneda argentina y luego con Kirchner manteniendo esta devaluación mediante “flotación sucia” para que el sector agroexportador mejore su competitividad y junto a una reestructuración de la deuda externa, la balanza comercial sea superavitaria. Luego una creciente industrialización extranjerizada se encontraría con las limitaciones propias de su dependencia: un estancamiento producido por una balanza de cambio deficitaria, que junto a los pagos de la deuda externa, llevarían a una caída de las reservas del BCRA y pondría fin a la posibilidad de subsidiar (ya sea directamente o por un tipo de cambio favorable) al sector industrial.

Por otro lado, parece que habrá un cambio en la política internacional, donde el macrismo priorizará los lazos con el bloque occidental, subsumiendo (Rusia, China, Brasil) o eliminando (Irán, Venezuela) los lazos que el gobierno actual tiene con otros bloques regionales.

El fracaso del progresismo argentino

Si sostenemos que el triunfo del PRO es consecuencia de un voto castigo al kirchnerismo, motivado por un hartazgo social, tendremos que ver las causas de ese hartazgo. El kirchnerismo en su última fase sostuvo un discurso progresista. Ante ciertas preocupaciones de la sociedad, como la corrupción estatal, el creciente narcotráfico en los barrios marginados del país y una continua violencia social muchas veces culminada en hechos delictivos (lo que se denominó como inseguridad), el progresismo argentino, dentro y fuera del kirchnerismo, esquivó el tema o dio respuestas evasivas. No hubo fuerza de izquierda o progresista que se centrara en estos temas y, desde estos temas, diese una respuesta alternativa.

También hay que resaltar la adopción de las peores prácticas de la clase política y de la burocracia estatal por parte de una militancia con tinte progresista. Fue así como se justificó el maltrato a los sectores populares. Ya sea mediante el silencio o el apoyo activo a gobernadores como Gioja, aquel que permitió el envenenamiento de la Barrick Gold, Capitanich, represor de la militancia social (terminó con un dirigente social muerto hace un més atrás) o Insfrán que reprimió y permitió agresiones hacia los Pueblos Originarios.

Retomando a Slavoj Zizek, la militancia debe dar una respuesta “por izquierda” a las preocupaciones del ciudadano medio y no debe perderse en el microclima de los círculos militantes y sus esquematismos políticamente correctos. Se debe desmembrar las preocupaciones, ligarlas con otros temas y reconceptualizarlas sin caer en el abstraccionismo. Como diría Laclau, se debe crear nuevas cadenas de equivalencias bajo un nuevo significante vacío. Se debe romper los tabúes del progresismo para recomenzar la construcción del socialismo argentino.

(1)http://www.newstatesman.com/politics/2014/06/slavoj-i-ek-only-radicalised-left-can-save-europe

(2) http://inthesetimes.com/article/18385/slavoj-zizek-european-refugee-crisis-and-global-capitalism

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